

15-09-2008
Bonsai
Siempre he sentido admiración y curiosidad por esos pequeños arbolitos venidos de Oriente. En esta sociedad de hoy en día, en la que vivimos rodeados de edificios, coches, ruidos y suciedad, siempre es gratificante poder tener uno de estos seres dentro de una habitación y sentirte algo más cerca de la naturaleza que cada vez escasea más en las grandes urbes.
Si hace veinte años alguien nos hubiera hablado de un bonsai, probablemente hubiéramos tenido que pedir que nos explicaran el significado de dicha palabra, o callar y disimular el desconocimiento de dicho vocablo. Pero actualmente, en cualquier exposición o muestra de jardinería, siempre existe una parte destinada al bonsai, donde podemos admirar esos «árboles miniatura», cuyo cultivo se está imponiendo en todo el mundo de la civilización occidental, donde cada día es más corriente verlos en los escaparates de centros de jardinería o en las casas particulares, donde los aficionados los cultivan con esmero.
El término bonsai procede de los vocablos japoneses bon (bandeja) y sai (planta) y significa, literalmente, “planta en una bandeja”. Pero éste sería únicamente su significado literal que sólo expresa una característica externa y visible del bonsai, pero no engloba su esencia, que es conseguir una planta de tamaño mucho menor que el que presenta al natural, pero manteniendo el mismo aspecto y las proporciones. Es como si hiciéramos una reducción a escala, pero en este caso sin necesidad de máquinas reductoras. Sencillamente, se consigue llegando a un entendimiento entre la planta, el medio y el cultivador.
Este hecho, que en principio puede parecer cosa de brujería (como se creyó en París en 1878, en la exposición universal, cuando se trajo por primera vez a Europa un bonsai), tan sólo requiere el conocimiento de unas técnicas sencillas de cultivo, un cierto sentido artístico y una constante dedicación. Cumpliendo estos tres requisitos cualquier mortal puede convertirse en un maestro del bonsai.
Historia
El origen del bonsai, como el de la mayoría de las artes tradicionales, se pierde en la compleja red tejida por el tiempo y la leyenda. Sin embargo, los recientes y diversos estudios históricos sobre el nacimiento del bonsai coinciden en admitir que procede de China, donde se denominaba pen-jin. Este vocablo englobaba los conceptos de planta en maceta y planta miniatura.
De China, los pen-jin, que ya existían en el siglo V gracias a los intercambios comerciales y culturales, pasaron al Japón en el siglo VII. La máxima popularidad del pen-jin en China se dio en el período Sung (finales del siglo X al XIII). En esta época, una secta Zen volvió a introducirlos en Japón y las modificaciones y características propias que les imprimió el carácter japonés, acabaron por transformar el pen-jin en bonsai.
En Japón se alude por primera vez al bonsai en el período Kamakura (1192-1333). Se trata de una pintura de un bonsai que en realidad ilustra la vida en el período Heian (794-1191), lo cual nos explica que ya en esa época era conocido y los historiadores se atreven a aventurar su posible existencia en la vida cultural del país desde hacía ya tiempo.
En los comienzos de la historia del bonsai parece ser que fueron los aristócratas japoneses los que se interesaron enormemente por la búsqueda de especímenes botánicos inusuales y otorgaron un gran valor a aquellos árboles que crecían miniaturas debido a circunstancias naturales. este es el caso de árboles que nacen prácticamente sobre roca, o expuestos en exceso a la fuerza del viento, o con poca disponibilidad hídrica; y eso la mayoría de las veces les confiere un tamaño y unas formas poco corrientes y a menudo fantasticas.
Fabulosas y viejas leyendas hacen referencia al trabajo de los hombres buscadores de «árboles miniaturas». Estos arbolillos, una vez hallados, pasaban a engrosar las colecciones de los aficionados. Para encontrarlos, los buscadores eran capaces de escalar empinadas paredes de roca y subir hasta lugares inhóspitos donde, luchando por sobrevivir contra las adversidades del ambiente, crecían estos árboles especiales, que una vez recolectados alcanzaban un elevado precio.
Pero este desmesurado entusiasmo y la avaricia de los coleccionistas, cuya máxima ambición era aumentar sus pertenencias con nuevos especímenes, hicieron que cada vez escasearan más estos «árboles miniaturas», y por lo tanto aumentó la dificultad de la búsqueda. Todo ello promovió su cultivo y se iniciaron las técnicas que permiten hoy día cultivar el bonsai.
A pesar de que desde sus comienzos el arte del bonsai fue adquiriendo nuevas técnicas y seguidores, debe citarse el período japonés Edo (1615-1867) durante el cual el interés por el bonsai fue bastante limitado y sólo se valoraban los bonsais que presentaban formas grotescas y lo menos naturales posibles. Esta tendencia, por suerte, fue superada a finales de este período y se revalorizó el bonsai, volviendo a ser el objeto de su creación el intento de expresar la belleza y la armonía natural en formas de tamaño reducido. A partir de este momento fue usado el bonsai frecuentemente como motivo principal en pinturas y poesías de la época.
Ya a mediados del siglo xix se establecieron los principios estéticos que rigen actualmente el arte bonsai y que se basan en el equilibrio asimétrico y en la regla del triángulo escaleno.
Los bonsais hicieron su primera aparición en el mundo occidental en el año 1898, en la exposición universal de París, y posteriormente en la exposición que tuvo lugar en Londres en 1909. No obstante, la afición por el bonsai no recibiría un fuerte empuje hasta después de la Segunda Guerra Mundial y desde entonces, el interés por este arte se ha incrementado enormemente.
El arte bonsai, considerado en principio una distracción o «hobby» privativo casi únicamente de las clases nobles y ricas, actualmente es aceptado por el público en general y especialmente se ha popularizado entre la gente que vive en ambientes urbanos, en los cuales se dispone de poco espacio. La presencia del bonsai, posible por su tamaño en cualquier vivienda, permite al ciudadano estar en contacto directo con la naturaleza que las actuales estructuras urbanas han alejado en demasía.
Iniciar la afición por el bonsai actualmente no es difícil, ni caro, ni precisa un gran espacio, tan sólo requiere tiempo para dedicarle. La existencia de diversas asociaciones en el Japón, Estados Unidos y últimamente en todo el mundo, que se dedican a realizar exposiciones anuales y a publicar revistas periódicas y diversa bibliografía sobre el bonsai, ponen al alcance de cualquier aficionado la información necesaria para continuar adquiriendo conocimientos sobre las técnicas del cultivo del mismo.
Junto con los conocimientos técnicos, el tiempo y la práctica proporcionan la experiencia necesaria que permite el logro de esa obra de arte: el bonsai, que ha sobrevivido a través de los siglos y las culturas desde hace más de 1.500 años.
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Si hace veinte años alguien nos hubiera hablado de un bonsai, probablemente hubiéramos tenido que pedir que nos explicaran el significado de dicha palabra, o callar y disimular el desconocimiento de dicho vocablo. Pero actualmente, en cualquier exposición o muestra de jardinería, siempre existe una parte destinada al bonsai, donde podemos admirar esos «árboles miniatura», cuyo cultivo se está imponiendo en todo el mundo de la civilización occidental, donde cada día es más corriente verlos en los escaparates de centros de jardinería o en las casas particulares, donde los aficionados los cultivan con esmero.
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Historia
El origen del bonsai, como el de la mayoría de las artes tradicionales, se pierde en la compleja red tejida por el tiempo y la leyenda. Sin embargo, los recientes y diversos estudios históricos sobre el nacimiento del bonsai coinciden en admitir que procede de China, donde se denominaba pen-jin. Este vocablo englobaba los conceptos de planta en maceta y planta miniatura.
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En Japón se alude por primera vez al bonsai en el período Kamakura (1192-1333). Se trata de una pintura de un bonsai que en realidad ilustra la vida en el período Heian (794-1191), lo cual nos explica que ya en esa época era conocido y los historiadores se atreven a aventurar su posible existencia en la vida cultural del país desde hacía ya tiempo.
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Pero este desmesurado entusiasmo y la avaricia de los coleccionistas, cuya máxima ambición era aumentar sus pertenencias con nuevos especímenes, hicieron que cada vez escasearan más estos «árboles miniaturas», y por lo tanto aumentó la dificultad de la búsqueda. Todo ello promovió su cultivo y se iniciaron las técnicas que permiten hoy día cultivar el bonsai.
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Ya a mediados del siglo xix se establecieron los principios estéticos que rigen actualmente el arte bonsai y que se basan en el equilibrio asimétrico y en la regla del triángulo escaleno.
Los bonsais hicieron su primera aparición en el mundo occidental en el año 1898, en la exposición universal de París, y posteriormente en la exposición que tuvo lugar en Londres en 1909. No obstante, la afición por el bonsai no recibiría un fuerte empuje hasta después de la Segunda Guerra Mundial y desde entonces, el interés por este arte se ha incrementado enormemente.
El arte bonsai, considerado en principio una distracción o «hobby» privativo casi únicamente de las clases nobles y ricas, actualmente es aceptado por el público en general y especialmente se ha popularizado entre la gente que vive en ambientes urbanos, en los cuales se dispone de poco espacio. La presencia del bonsai, posible por su tamaño en cualquier vivienda, permite al ciudadano estar en contacto directo con la naturaleza que las actuales estructuras urbanas han alejado en demasía.
Iniciar la afición por el bonsai actualmente no es difícil, ni caro, ni precisa un gran espacio, tan sólo requiere tiempo para dedicarle. La existencia de diversas asociaciones en el Japón, Estados Unidos y últimamente en todo el mundo, que se dedican a realizar exposiciones anuales y a publicar revistas periódicas y diversa bibliografía sobre el bonsai, ponen al alcance de cualquier aficionado la información necesaria para continuar adquiriendo conocimientos sobre las técnicas del cultivo del mismo.
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