23-02-2006
Japón: fusión de tradiciones y futuro Si hay algo que pueda definir a Japón es que su grandeza se encuentra en la extrema meticulosidad y en las cosas sencillas. La simplicidad es la norma y el esquema que rige la vida de los japoneses: la ceremonia del té, delicado rito que invita a la paz y la serenidad; el meticuloso trabajo y cuidado de los bonsais: la espectacularidad de los jardines de piedra, arena y roca; las enseñanzas de la filosofía zen, que invitan a la contemplación de lo pequeño y a descubrir en lo más insignificante las cosas más importantes... Cualquier gesto se convierte en rito, ceremonia y minuciosidad.
Japón es, un país único, con una historia fascinante. Ha vivido durante siglos bajo un rígido sistema feudal, cerrado a cualquier influencia exterior. Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial no había sido nunca invadido por ninguna potencia extranjera y, por ello, los japoneses constituyen un gurpo étnico homogéneo como pocos. A partir de este momento, pasa de ser una sociedad feudal a una de las sociedades más desarrolladas y tecnificadas del mundo, con una rapidez increíble.
Tokyo es la puerta de acceso al país. Las grandes áreas comerciales como Ginza y Shinjuku contrastan con las más antiguas tradicions en los templos de Meiji, Asakusa o el Palacio Imperial. En las cercanías de la ciudad, Nikko, patrimonio de la Humanidad nos descubre los sepulcros Toshogu además de numerosos templos y santuarios. Ya en la zona central de la isla principal, merecen una visita el Monte Fuji, Hakone y la isla de Ise, dedicada al cultivo de perlas. Kyoto, la tradicional ciudad de las geishas, es donde mejor se ha conservado el patrimonio histórico del país. Osaka es un ejemplo de ciudad futurista. Nara, Hiroshima y Nagasaki, Miyajima, las zonas rurales... en cada lugar queda un jardín clásico, un templo antiguo, un santuario o un castillo medieval.
Japón es un país que hechiza y cautiva, invitando a la búsqueda de la paz interior y a la conquista de la belleza.
Japón es, un país único, con una historia fascinante. Ha vivido durante siglos bajo un rígido sistema feudal, cerrado a cualquier influencia exterior. Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial no había sido nunca invadido por ninguna potencia extranjera y, por ello, los japoneses constituyen un gurpo étnico homogéneo como pocos. A partir de este momento, pasa de ser una sociedad feudal a una de las sociedades más desarrolladas y tecnificadas del mundo, con una rapidez increíble.
Tokyo es la puerta de acceso al país. Las grandes áreas comerciales como Ginza y Shinjuku contrastan con las más antiguas tradicions en los templos de Meiji, Asakusa o el Palacio Imperial. En las cercanías de la ciudad, Nikko, patrimonio de la Humanidad nos descubre los sepulcros Toshogu además de numerosos templos y santuarios. Ya en la zona central de la isla principal, merecen una visita el Monte Fuji, Hakone y la isla de Ise, dedicada al cultivo de perlas. Kyoto, la tradicional ciudad de las geishas, es donde mejor se ha conservado el patrimonio histórico del país. Osaka es un ejemplo de ciudad futurista. Nara, Hiroshima y Nagasaki, Miyajima, las zonas rurales... en cada lugar queda un jardín clásico, un templo antiguo, un santuario o un castillo medieval.
Japón es un país que hechiza y cautiva, invitando a la búsqueda de la paz interior y a la conquista de la belleza.