26-10-2005
Renovarse o morir
Hay monarquías a las que ni siquiera una Guerra Mundial las tumba. Es el caso de la japonesa. El trono imperial, después de sesenta años, ha conseguido recuperarse del mazazo que supuso la actividad belicista de Hiro Hito en la II Gran Guerra.
Nada hubiera sido posible sin el visto bueno de EEUU que, por una vez, pensaron -y acertaron- que mantener la maltrecha figura del emperador daría estabilidad al régimen derrotado. El pasado 26 de julio un Consejo de Sabios, un comité asesor privado del primer ministro, hizo público un informe titulado 'Temas de Debate' en el que resumían las discusiones mantenidas en el seno del comité.
En ocntra de lo que se ha dicho, no daban ninguna orientacion; simplemente recogían las dos posturas sobre la posibilidad de que una mujer pudiera llegar a reinar.
Desde entonces, la prensa japonesa ha vivido un profundo debate entre los que se oponían a cualquier reforma constitucional y los que pensaban que había llegado el momento de que las cosas cambiaran.
La Constitución japonesa no menciona ningún método concreto para la sucesión imperial. Estas reglas se encuentran recogidas en una ley de la Casa Imperial de 1947 que, en su artículo primero, estipula que 'El trono imperial será heredado por un varón descendiente de la línea masculina'. Es verdad que en el pasado, Japón tuvo ocho emperatrices, hijas del emperador pero, tras acceder al trono, estas mujeres debían permanecer solterasy no tener descendencia que las sucediera. Pura transición hasta que un varón de la familia imperial llegara al trono.
Pero la regulación de la actual Ley de la Casa Imperial estaba ahora en peligro. El principal motivo es que no ha nacido ningún varón en la familia en los últimos 40 años, desde el nacimiento en 1965 del Príncipe Akishino, segundo hijo del actual Emperador. El primer hijo del Príncipe Naruhito, el siguiente en la línea sucesoria al trono, y de su esposa, la depresiva Masako, fue una niña.
La Princesa Aiko nació en 2001. Esa es la razón de que en la madrugada de ayer el Gobierno japonés haya optado por incluir a las mujeres en la línea sucesoria al trono.
Toda una novedad, y de las grandes. Una de las instituciones más antiguas del mundo se renueva. Pero la realidad era terca: cambiar o desaparecer.
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Fuente: La Razón
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Nada hubiera sido posible sin el visto bueno de EEUU que, por una vez, pensaron -y acertaron- que mantener la maltrecha figura del emperador daría estabilidad al régimen derrotado. El pasado 26 de julio un Consejo de Sabios, un comité asesor privado del primer ministro, hizo público un informe titulado 'Temas de Debate' en el que resumían las discusiones mantenidas en el seno del comité.
En ocntra de lo que se ha dicho, no daban ninguna orientacion; simplemente recogían las dos posturas sobre la posibilidad de que una mujer pudiera llegar a reinar.
Desde entonces, la prensa japonesa ha vivido un profundo debate entre los que se oponían a cualquier reforma constitucional y los que pensaban que había llegado el momento de que las cosas cambiaran.
La Constitución japonesa no menciona ningún método concreto para la sucesión imperial. Estas reglas se encuentran recogidas en una ley de la Casa Imperial de 1947 que, en su artículo primero, estipula que 'El trono imperial será heredado por un varón descendiente de la línea masculina'. Es verdad que en el pasado, Japón tuvo ocho emperatrices, hijas del emperador pero, tras acceder al trono, estas mujeres debían permanecer solterasy no tener descendencia que las sucediera. Pura transición hasta que un varón de la familia imperial llegara al trono.
Pero la regulación de la actual Ley de la Casa Imperial estaba ahora en peligro. El principal motivo es que no ha nacido ningún varón en la familia en los últimos 40 años, desde el nacimiento en 1965 del Príncipe Akishino, segundo hijo del actual Emperador. El primer hijo del Príncipe Naruhito, el siguiente en la línea sucesoria al trono, y de su esposa, la depresiva Masako, fue una niña.
La Princesa Aiko nació en 2001. Esa es la razón de que en la madrugada de ayer el Gobierno japonés haya optado por incluir a las mujeres en la línea sucesoria al trono.
Toda una novedad, y de las grandes. Una de las instituciones más antiguas del mundo se renueva. Pero la realidad era terca: cambiar o desaparecer.
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Fuente: La Razón