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La influencia que el país del sol naciente ejerció en Europa durante los siglos XIX y XX queda al descubierto en una exposición de CaixaForum que reúne 180 piezas de Picasso, Miró, Fortuny o Manet.
Desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX, Japón encandiló al mundo. Su exotismo, su particular estética, la sutilidad de su poesía y la lenta cadencia de sus expresiones culturales dejaron fascinados a los artistas europeos, especialmente a los que se asentaban en París, una influencia a la que no escaparon tampoco los pintores españoles, con Fortuny, Picasso, Rusiñol, Miró y Nonell a la cabeza.
Aquel fascinante influjo, que coincidió en el tiempo con la apertura de los puertos del país oriental, fue bautizado con el nombre de japonismo, un término que describe un fenómeno internacional que cambió los gustos y generó una nueva visión del arte en el Viejo Continente tras beber de las ideas, formas y colores del país nipón. Un gusto y una cultura por la que se sintieron tentados casi todos los jóvenes artistas que buscaban refugio e inspiración en culturas misteriosas y desconocidas en un momento de crisis del arte europeo.
CaixaForum Madrid dedica a esta nueva estética una exposición, la primera organizada en España sobre el tema, con más de 180 obras, muchas de ellas inéditas. Hay lienzos y dibujos, pero también joyas, muebles, cerámicas, libros y objetos de decoración, pues fueron muchas las manifestaciones artísticas que dan testimonio de la irresistible tentación oriental. Así, el japonismo dejó una importante huella tanto en el art nouveau y el modernismo como en el impresionismo y el simbolismo, algo que queda perfectamente documentado en la exposición a través de los principales artistas del momento, como Manet, Toulouse-Lautrec o el entorno de Le Chat Noir.
La muestra arranca en el siglo XVI, cuando se producen los primeros intercambios comerciales y culturales entre España y Japón, diálogo que quedó muy pronto interrumpido por desavenencias diplomáticas y que no se reanudó hasta 1868, con la restauración imperial Meiji. Mariano Fortuny fue no sólo uno de los primeros españoles en descubrir el arte japonés, sino que inició una colección de arte nipón, afición que contagió también a muchos ciudadanos burgueses y artistas como Darío de Regoyos, Rusiñol, Sorolla o Anglada Camarasa, que adquirían sus piezas en las nuevas y numerosas tiendas de arte oriental surgidas en Barcelona.
La Exposición Universal celebrada en la Ciudad Condal en 1888 fue la primera ocasión en que Japón se presentaba de forma oficial en la península, con la divulgación de sus mejores artistas. De hecho,algunas de las piezas que se mostraron entonces han sobrevivido y se pueden disfrutar ahora, como el impresionante mueble que la casa imperial regaló a la reina regente María Cristina, álbumes de estampas adquiridos por el Ayuntamiento de Barcelona y otros objetos comprados en el pabellón por particulares como Josep Mansana.
Tal fue el influjo del japonismo que hasta los espectáculos -magia, circo, teatro, ópera y cine-, la publicidad, la moda y la decoración de interiores se contagiaron de este fenómeno que salpicó y sedujo, con su delicadeza y austeridad, a todas las expresiones de la cultura.
Japonismo. La fascinación por el arte japonés se podrá visitar en CaixaForum Madrid (Paseo del Prado, 36) hasta el 16 de febrero