
02-07-2011
Gracias, de nuevo, a Japón En medio de la prolongada recesión económica que vive el País del Sol Naciente, agravada por los cuantiosos daños –humanos y materiales–, provocados por la doble acción del terremoto y el tsunami en su costa nororiental, su pueblo y gobierno continúan extendiendo su mano fraterna a naciones del Tercer Mundo, mediante programas de asistencia y cooperación técnica y económica.
Es en el marco de esa filosofía de proyección y solidaridad que han llegado a Honduras diez y nueve voluntarios nipones, hombres y mujeres, poseedores de diversas especialidades, las que aplicarán en distintas comunidades del interior a efecto de impartir y transmitir sus conocimientos –adaptados a las realidades concretas del medio– a nuestros compatriotas.
Es admirable y digno de ejemplo el espíritu de buena voluntad y responsabilidad social del país insular asiático, que destina tanto recurso humano como financiero para decir presente en las áreas periféricas del planeta, aun en momentos como el actual cuando la reconstrucción de una parte de su territorio requiere tanto de ingentes esfuerzos de su población como de enormes cantidades de dinero.
La frecuencia con la que Japón es cíclicamente afectado por los caprichos de la naturaleza ha conformado el carácter y la personalidad de sus habitantes: disciplina, trabajo en equipo, optimismo y fortaleza ante la adversidad, perseverancia.
Esas cualidades admirables fueron fundamentales para poder resurgir de la hecatombe nuclear provocada por Estados Unidos hacia el final de la Segunda Guerra Mundial (1945), al lanzar bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, con un saldo de miles de víctimas, en un país ya militarmente vencido y con una economía e infraestructuras colapsadas.
En diversas ocasiones Honduras se ha beneficiado de la generosidad nipona, particularmente cuando el huracán Mitch provocó muerte y desolación en escala apocalíptica, un 1998, pero también antes y después de esa fatídica fecha.
En las áreas de salud y educación también Japón nos asiste puntualmente, de manera efectiva y duradera. Por todo ello, el pueblo hondureño expresa su agradecimiento y reconocimiento, a su pueblo y a su gobierno.
Así, de forma pragmática, se consolidan aún más los lazos de amistad entre dos naciones geográficamente ubicadas en las antípodas: Honduras y Japón.
Es en el marco de esa filosofía de proyección y solidaridad que han llegado a Honduras diez y nueve voluntarios nipones, hombres y mujeres, poseedores de diversas especialidades, las que aplicarán en distintas comunidades del interior a efecto de impartir y transmitir sus conocimientos –adaptados a las realidades concretas del medio– a nuestros compatriotas.
Es admirable y digno de ejemplo el espíritu de buena voluntad y responsabilidad social del país insular asiático, que destina tanto recurso humano como financiero para decir presente en las áreas periféricas del planeta, aun en momentos como el actual cuando la reconstrucción de una parte de su territorio requiere tanto de ingentes esfuerzos de su población como de enormes cantidades de dinero.
La frecuencia con la que Japón es cíclicamente afectado por los caprichos de la naturaleza ha conformado el carácter y la personalidad de sus habitantes: disciplina, trabajo en equipo, optimismo y fortaleza ante la adversidad, perseverancia.
Esas cualidades admirables fueron fundamentales para poder resurgir de la hecatombe nuclear provocada por Estados Unidos hacia el final de la Segunda Guerra Mundial (1945), al lanzar bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, con un saldo de miles de víctimas, en un país ya militarmente vencido y con una economía e infraestructuras colapsadas.
En diversas ocasiones Honduras se ha beneficiado de la generosidad nipona, particularmente cuando el huracán Mitch provocó muerte y desolación en escala apocalíptica, un 1998, pero también antes y después de esa fatídica fecha.
En las áreas de salud y educación también Japón nos asiste puntualmente, de manera efectiva y duradera. Por todo ello, el pueblo hondureño expresa su agradecimiento y reconocimiento, a su pueblo y a su gobierno.
Así, de forma pragmática, se consolidan aún más los lazos de amistad entre dos naciones geográficamente ubicadas en las antípodas: Honduras y Japón.