25-10-2004
NOH
El Noh, con 600 años de existencia, es el arte del teatro clásico de Japón.
Destaca por el uso de máscaras, por su extremado refinamiento y por su simbolismo.
Vigente en la actualidad, constituye un caso singular entre las artes teatrales del mundo, pues aún goza de popularidad en la nación oriental y es reconocido mundialmente por su excelencia en la interpretación dramática, marcada por el compás de la música.
El teatro Noh es un arte dramático compuesto, que combina tres elementos: canciones, danza y drama. A través de ellos se busca capturar el matiz de un momento, representándolo estéticamente.
En su desarrollo, tiende a evitar los efectos obvios de la representación directa de un hecho y se enfoca más al efecto de la combinación de las canciones y la danza, mientras que la historia es simplemente relatada por uno de los personajes.
Lo anterior, sumado a la incorporación constante del simbolismo en la historia, vestuario y escenografía, hace necesario que la audiencia tenga cierto conocimiento previo sobre este arte, para poder comprenderlo en su plenitud, tal como sucede con el ballet, por ello se preparó un catálogo informativo que se entrega en boletería, junto con la entrada a las funciones.
El escenario del Noh mide aproximadamente seis por seis metros y se prepara sobre la platea. Está cubierto por un techo de estilo clásico para reproducir la presentación original que en los antiguos tiempos tenía lugar al aire libre. Construido enteramente con madera de ciprés japonés, da la impresión de simplicidad y pureza.
Cuatro músicos se sientan en la parte posterior del escenario, en un espacio entarimado de unos 120 cm. de profundidad. Más atrás, se encuentra el panel de fondo sobre el cual se ha pintado un estilizado pino. Los instrumentistas deben considerar que sus movimientos se hallen en todo momento en armonía con la pintura de dicho pino.
En el Noh, la flauta de bambú es el único instrumento que lleva la melodía, en tanto el compás es marcado por tres tambores. El toque de los tambores permite medir el tiempo musical, a la vez que constituye el factor indispensable para establecer la relación entre la música, la canción y la danza. La ambientación no difiere en ninguna obra, ya que siempre está constituida por la pared posterior del escenario con la pintura de un añoso pino, independientemente de que la escena de la obra tenga lugar en el mar, en un palacio o en una playa a la luz de la luna.
Destaca por el uso de máscaras, por su extremado refinamiento y por su simbolismo.
Vigente en la actualidad, constituye un caso singular entre las artes teatrales del mundo, pues aún goza de popularidad en la nación oriental y es reconocido mundialmente por su excelencia en la interpretación dramática, marcada por el compás de la música.
En su desarrollo, tiende a evitar los efectos obvios de la representación directa de un hecho y se enfoca más al efecto de la combinación de las canciones y la danza, mientras que la historia es simplemente relatada por uno de los personajes.