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Karini
04-07-2011
El drama de los niños huérfanos por la catástrofe de Japón
El drama de los niños huérfanos por la catástrofe de Japón
Varios niños japoneses escriben deseos en grullas de papel durante su participación en un festival Tanabata en beneficio de los damnificados del terremoto y posterior tsunami del pasado 11 de marzo en un hotel de Tokio. (1 imágenes)
'Muchos niños tuvieron que ver cómo sus amigos del colegio no consiguieron protegerse del tsunami y fueron arrastrados por las olas ante sus ojos', señala Hayashida.

Era una mañana totalmente normal, cuando Yoshiki y su hermano Haruto se despidieron de sus padres y emprendieron el camino hacia el colegio. Pero sería la última vez que estos dos niños de 7 y 9 años los vieran.

Aquel 11 de marzo en el que un terremoto y el posterior tsunami asolaron la región de Tohuku, en el norte de Japón, el agua se llevó por delante la casa familiar. El mar volvió a traer el cadáver del padre, pero no hay rastro del de la madre. Los pequeños lloraron amargamente el día de la cremación del cuerpo sin vida de su padre. Y desde entonces, no han vuelto a habar de ellos.

'Todo lo que podemos hacer en estos momentos es esperar hasta que empiecen a hablar', explica Yoshiji Hayashida en referencia a los niños como Yoshiki y Haruto, cuya experiencia describe el diario 'Sankei Shimbun'. Hayashida es empleado de la organización humanitaria privada Ashinaga, que se preocupa por los niños y jóvenes que se han quedado huérfanos.

'Muchos niños tuvieron que ver cómo sus amigos del colegio no consiguieron protegerse del tsunami y fueron arrastrados por las olas ante sus ojos', señala Hayashida.

Niños que aguantaban el frío entre la nieve sobre los capós de los coches mientras a su alrededor flotaban cadáveres en el agua. 'Debe de haber muchos niños que han visto estas horribles cosas', cuenta Hayashida. 'Y muchos de ellos no son capaces de hablar de lo que han vivido'. Además, tampoco es fácil dar con todos los huérfanos que se refugian en algún lugar, a menudo en casa de familiares.

Por eso, Hayashida y sus colegas recorren una y otra vez las zonas afectadas en busca de los supervivientes más pequeños de la catástrofe. Preguntan en colegios, hablan con las autoridades, siguen cualquier pista. Pero la búsqueda no es fácil, pues muchos pequeños se trasladan a otras zonas con sus familiares. Hasta el momento, Ashinaga ha encontrado a unos 1.300 niños que perdieron a su padre o a su madre.

Aunque la organización tiene una amplia experiencia con niños huérfanos, víctimas entre otros del terremoto de Kobe en 1995, en aquel entonces la búsqueda era más sencilla, pues la catástrofe se limitaba a un radio de unos 100 kilómetros. 'Entonces podíamos leer todos los días las cifras de muertos, ir al lugar e investigar si había niños afectados', dice Hayashida. Pero esta vez, la zona de la catástrofe se extiende a varias provincias.

Quienes trabajan voluntariamente para Ashinaga buscando a los pequeños son a menudo huérfanos que han sido apoyados por la organización. 'Vamos a los colegios y explicamos a los profesores que apoyamos financieramente a los niños huérfanos', explica Hayashida.

De este modo, esperan obtener información sobre los afectados. Para los niños de prescolar hay una dotación de 100.000 yen (unos 900 euros/1.300 dólares); para los de la escuela primera, 200.000, y para los de secundaria y estudiantes universitarios, 400.000 yen.

'Por supuesto, con eso no podemos paliar su sufrimiento', dice Hayashida. Es más bien un intento de llegar a ellos. Entonces es cuando comienza el verdadero trabajo. 'Lo importante es ocuparse de sus corazones heridos.'

Hayashida, que trabaja en la oficina de Ashinaga en la ciudad de Sendai, señala que la organización 'agradecería la ayuda del Ministerio de Cultura para buscar a los pequeños'. Aunque las provincias afectadas emprendieron campañas de búsqueda, no están comunicadas. Además, hay una falta de disposición a cooperar por parte de los burócratas. Aunque no sirve de nada criticar al gobierno, añade Hayashida.

En lugar de eso, su organización humanitaria busca financiación dentro y fuera del país. El objetivo es, al igual que hicieron en Kobe, construir una 'Rainbow House'. 'Un lugar donde los niños puedan abrir su corazón, donde haya adultos con los que puedan hablar sin sentirse cohibidos', explica.

Así, en la 'Rainbow House' (casa del arcoíris) no habrá psicólogos enfundados en batas blancas, sino 'personas totalmente normales, pescaderos o agricultores, que simplemente les dirijan una mirada de cariño y los escuchen'. Para ello, la organización ofrece entrenamiento a voluntarios. 'Cualquiera puede hacer', afirma Hayashida. Se trata de ayudar a niños con graves problemas como trastornos postraumáticos, que necesitarían ayuda médica.

La 'Rainbow House' no tiene por objeto ser un hogar, sino un centro de día. Para niños como la pequeña Manami, de cinco años, que perdió a sus padres y a su hermana de dos años con el tsunami. Ella logró sobrevivir porque se quedó colgada de una red de pesca.

Ahora vive con su abuela, pero según cuenta ésta, no es capaz de afrontar que sus padres han muerto. 'Parece como si creyera que en algún momento volverán', dice. Hace poco, Manami leyó en voz alta una carta que escribió a su madre. 'Querida mamá, espero que estés viva. ¿Cómo estás?'

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Fuente: vanguardia.com.mx
Varios niños japoneses escriben deseos en grullas de papel durante su participación en un festival Tanabata en beneficio de los damnificados del terremoto y posterior tsunami del pasado 11 de marzo en un hotel de Tokio.Varios niños japoneses escriben deseos en grullas de papel durante su participación en un festival Tanabata en beneficio de los damnificados del terremoto y posterior tsunami del pasado 11 de marzo en un hotel de Tokio.
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