14-06-2011
El Japón de la posguerra a través de rostros infantiles
El conjunto gráfico forma parte de las colecciones itinerantes de la Fundación Japón –representada en México por Toru Oono.
Es Nagasaki en 1945. Una madre y su hijo son fotografiados mientras sostienes en sus manos bolas de arroz recién hechas.
Tres días después de Hiroshima, los bombardeos atómicos llegaron a esta zona y los sobrevivientes de la foto apenas atinan a comer el arroz.
La imagen forma parte de la colección Escenas de la Infancia: Sesenta Años de Posguerra en Japón, compuesta por cien fotografías donde los rostros de los niños hablan de la evolución de un país históricamente sobrepuesto a la historia y la naturaleza.
El conjunto gráfico forma parte de las colecciones itinerantes de la Fundación Japón –representada en México por Toru Oono–, cuya finalidad es fomentar el idioma, la historia y la cultura japonesa en el mundo.
“Estas fotos muestran la evolución de la niñez japonesa a partir del término de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días.
A través de cien fotografías de diversas regiones y épocas podemos observar cómo se ha dado la adaptación a los nuevos retos de cada individuo en cada generación y cómo después de una gran tragedia, como lo fue esa guerra, se pudo construir una sociedad como la actual”, comentó el 11 de abril durante la inauguración el señor Oono.
Otra foto del recorrido muestra a niños de Kyoto asistiendo con sus madres en 1949 a recibir familiares que habían sido prisioneros en Siberia y que con el fin de la guerra regresaban a Japón.
Fechada en 1959, una fotografía al hijo de un minero que llora y se le confunden en la cara las lágrimas y la suciedad, recuerda que por aquella época la minería, en condiciones cercanas a la esclavitud, era el combustible de la modernización de Japón.
Quince años después de la devastadora batalla de Okinawa –una de las más feroces de la Segunda Guerra Mundial–, un niño aprovecha las festividades del día de las Fuerzas Armadas, el 21 de mayo de 1960, para tomarse una foto dentro de un tanque americano en las instalaciones del Puerto de Naha.
Y en 1965 son fotografiados varios niños con tapabocas que salían de sus escuelas en la ciudad de Yokkaichi (de los primeros parques industriales de Japón) cuya triste reputación le atribuía ser un almacén de enfermedades relacionadas con la contaminación.
El recorrido visual sigue por las décadas y advierte –siempre a través de la cotidianidad de los niños–, cómo se modernizaba el país del sol naciente.
Para el doctor Porfirio Tamez, Director General de Bibliotecas de la UANL y anfitrión de la exposición, se trata de la visión cultural de un país que se ha destacado por sobreponerse a situaciones de adversidad como la Segunda Guerra Mundial, los recientes embates naturales y la crisis nuclear.
Tamez informó que el catálogo de la exposición, que regularmente se reparte gratuitamente, será vendido con fines de ayuda a ese país.
El Secretario Académico de la Máxima Casa de Estudios, Ubaldo Ortiz Méndez tras inaugurar la muestra a nombre del Rector Jesús Ancer Rodríguez, expresó la solidaridad de la comunidad universitaria con Japón y dijo que éste es el segundo país más importante en cuanto a estructura económica en Nuevo León, de ahí que promuevan en los estudiantes el conocimiento y el respeto del idioma y la cultura japonesa.
Toru Oono dijo estar seguro de que “como sucedió hace más de 60 años, el pueblo japonés saldrá adelante gracias al apoyo de la comunidad internacional” y agradeció las muestras de solidaridad recibidas “en estos momentos en que la naturaleza nos recuerda que debemos ser humildes”.
El 11 de marzo de 2011, justo un mes antes de la inauguración de la exposición, Japón se vio azotado por un terremoto de 8.9 en la escala sismológica de Richter, el de mayor magnitud de su país en 140 años, y estuvo seguido de un tsunami con olas de hasta quince metros.
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Fuente: elporvenir.mx
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Es Nagasaki en 1945. Una madre y su hijo son fotografiados mientras sostienes en sus manos bolas de arroz recién hechas.
Tres días después de Hiroshima, los bombardeos atómicos llegaron a esta zona y los sobrevivientes de la foto apenas atinan a comer el arroz.
La imagen forma parte de la colección Escenas de la Infancia: Sesenta Años de Posguerra en Japón, compuesta por cien fotografías donde los rostros de los niños hablan de la evolución de un país históricamente sobrepuesto a la historia y la naturaleza.
El conjunto gráfico forma parte de las colecciones itinerantes de la Fundación Japón –representada en México por Toru Oono–, cuya finalidad es fomentar el idioma, la historia y la cultura japonesa en el mundo.
“Estas fotos muestran la evolución de la niñez japonesa a partir del término de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días.
A través de cien fotografías de diversas regiones y épocas podemos observar cómo se ha dado la adaptación a los nuevos retos de cada individuo en cada generación y cómo después de una gran tragedia, como lo fue esa guerra, se pudo construir una sociedad como la actual”, comentó el 11 de abril durante la inauguración el señor Oono.
Otra foto del recorrido muestra a niños de Kyoto asistiendo con sus madres en 1949 a recibir familiares que habían sido prisioneros en Siberia y que con el fin de la guerra regresaban a Japón.
Fechada en 1959, una fotografía al hijo de un minero que llora y se le confunden en la cara las lágrimas y la suciedad, recuerda que por aquella época la minería, en condiciones cercanas a la esclavitud, era el combustible de la modernización de Japón.
Quince años después de la devastadora batalla de Okinawa –una de las más feroces de la Segunda Guerra Mundial–, un niño aprovecha las festividades del día de las Fuerzas Armadas, el 21 de mayo de 1960, para tomarse una foto dentro de un tanque americano en las instalaciones del Puerto de Naha.
Y en 1965 son fotografiados varios niños con tapabocas que salían de sus escuelas en la ciudad de Yokkaichi (de los primeros parques industriales de Japón) cuya triste reputación le atribuía ser un almacén de enfermedades relacionadas con la contaminación.
El recorrido visual sigue por las décadas y advierte –siempre a través de la cotidianidad de los niños–, cómo se modernizaba el país del sol naciente.
Para el doctor Porfirio Tamez, Director General de Bibliotecas de la UANL y anfitrión de la exposición, se trata de la visión cultural de un país que se ha destacado por sobreponerse a situaciones de adversidad como la Segunda Guerra Mundial, los recientes embates naturales y la crisis nuclear.
Tamez informó que el catálogo de la exposición, que regularmente se reparte gratuitamente, será vendido con fines de ayuda a ese país.
El Secretario Académico de la Máxima Casa de Estudios, Ubaldo Ortiz Méndez tras inaugurar la muestra a nombre del Rector Jesús Ancer Rodríguez, expresó la solidaridad de la comunidad universitaria con Japón y dijo que éste es el segundo país más importante en cuanto a estructura económica en Nuevo León, de ahí que promuevan en los estudiantes el conocimiento y el respeto del idioma y la cultura japonesa.
Toru Oono dijo estar seguro de que “como sucedió hace más de 60 años, el pueblo japonés saldrá adelante gracias al apoyo de la comunidad internacional” y agradeció las muestras de solidaridad recibidas “en estos momentos en que la naturaleza nos recuerda que debemos ser humildes”.
El 11 de marzo de 2011, justo un mes antes de la inauguración de la exposición, Japón se vio azotado por un terremoto de 8.9 en la escala sismológica de Richter, el de mayor magnitud de su país en 140 años, y estuvo seguido de un tsunami con olas de hasta quince metros.
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Fuente: elporvenir.mx