12-06-2011
La dramática situación del noreste de Japón no mejora
Según el gobierno, 90.000 personas siguen en refugios, 8.100 están desaparecidas y 120.000 perdieron su trabajo.
Tres meses después del terremoto y tsunami que dejó más de 23.000 muertos y desaparecidos en el noreste de Japón, la situación es dramática: más de 90.000 personas viven aún en refugios provisionales, las 28.000 casas de acogida construidas tras la catástrofe todavía son insuficientes y una dificultad adicional son las montañas de escombros que aún se pueden ver en las zonas afectadas; casi 120.000 personas perdieron su trabajo en Miyagi, Iwate y Fukushima, las provincias más afectadas por la tragedia, y actualmente solo hay 49.000 ofertas de empleo; unos 15.400 cadáveres han sido recuperados desde la tragedia, de los que 2.000 aún no han sido identificados, al tiempo que otras 8.100 personas siguen desaparecidas; en los restos de la central de Fukushima, los expertos siguen haciendo frente a problemas como el exceso de agua contaminada por radiactividad, mientras que entre la población crece también la preocupación por la permanente emisión de radiación.
En la provincia de Miyagi hay todavía 23.500 refugiados y, a las grúas contratadas por el Gobierno y a los miles de voluntarios que ayudan en las duras labores de limpieza, les quedan aún por retirar buena parte de los 24 millones de toneladas de escombros y 16 de barro que dejó el tsunami. El número de voluntarios en el noreste nipón ha caído de los 54.000 registrados en abril a los 24.000 actuales, por lo que los centros de ayuda de las tres provincias más afectadas solicitan más personas para las labores de reconstrucción.
'El Gobierno está siendo lento al debatir sobre el dinero que dedica a la reconstrucción y, aquí en Sendai, la gente se ha quedado sin casa y sin campos para su sustento', explica Tomu Maehara. Él limpia junto a grupos de entre 10 y 15 compañeros la tierra o las casas de los agricultores que sobrevivieron en torno a la autopista Tobu. Esa autovía es 'como una línea que separa el cielo del infierno', relata, ya que contuvo el tsunami y evitó que los residentes al oeste de la misma sufrieran tantos daños como los del flanco oriental.
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Fuente: SENDAI
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Tres meses después del terremoto y tsunami que dejó más de 23.000 muertos y desaparecidos en el noreste de Japón, la situación es dramática: más de 90.000 personas viven aún en refugios provisionales, las 28.000 casas de acogida construidas tras la catástrofe todavía son insuficientes y una dificultad adicional son las montañas de escombros que aún se pueden ver en las zonas afectadas; casi 120.000 personas perdieron su trabajo en Miyagi, Iwate y Fukushima, las provincias más afectadas por la tragedia, y actualmente solo hay 49.000 ofertas de empleo; unos 15.400 cadáveres han sido recuperados desde la tragedia, de los que 2.000 aún no han sido identificados, al tiempo que otras 8.100 personas siguen desaparecidas; en los restos de la central de Fukushima, los expertos siguen haciendo frente a problemas como el exceso de agua contaminada por radiactividad, mientras que entre la población crece también la preocupación por la permanente emisión de radiación.
En la provincia de Miyagi hay todavía 23.500 refugiados y, a las grúas contratadas por el Gobierno y a los miles de voluntarios que ayudan en las duras labores de limpieza, les quedan aún por retirar buena parte de los 24 millones de toneladas de escombros y 16 de barro que dejó el tsunami. El número de voluntarios en el noreste nipón ha caído de los 54.000 registrados en abril a los 24.000 actuales, por lo que los centros de ayuda de las tres provincias más afectadas solicitan más personas para las labores de reconstrucción.
'El Gobierno está siendo lento al debatir sobre el dinero que dedica a la reconstrucción y, aquí en Sendai, la gente se ha quedado sin casa y sin campos para su sustento', explica Tomu Maehara. Él limpia junto a grupos de entre 10 y 15 compañeros la tierra o las casas de los agricultores que sobrevivieron en torno a la autopista Tobu. Esa autovía es 'como una línea que separa el cielo del infierno', relata, ya que contuvo el tsunami y evitó que los residentes al oeste de la misma sufrieran tantos daños como los del flanco oriental.
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Fuente: SENDAI