21-02-2006
Indeterminismo con "Sushi"
Tardamos mucho en asimilar que la lección más destacada del siglo pasado ha sido el fracaso del determinismo, precisamente cuando en la propia historia de España triunfa la opción de que nada está escrito de antemano. No hace más de un año que todavía había quien sostenía que el siglo XXI iba a ser el siglo de Europa. Ahora ya decimos que es el siglo de Asia: primero China fue la protagonista y desde hace un tiempo añadimos la India. A continuación, resulta que casi de forma inesperada el crecimiento económico le permite al Japón recuperar una posición de primera línea después de quince años de cierta incertidumbre. Esa es otra lección de indeterminismo, con abundante 'sushi'.
Respecto a un Japón que ahora consolida su crecimiento, llevábamos años negándole la fortaleza que tuvo en el pasado, en la segunda mitad del siglo XX, cuando se escribían libros sobre una guerra económica entre Japón y los Estados Unidos que iba a desencadenar un conflicto incluso armado. En aquellos años, todo lo japonés causaba tanta alarma como admiracón. Frente a las escalinatas del Capitolio, los legisladores norteamericanos acostumbraban a fotografiarse destripando electrodomésticos japoneses con un hacha para tener contento al electorado de sus zonas industriales.
Ahora el hacedor de milagros, quien ha rescatado Japón de la burbuja carcelera, es el primer ministro Koizumi, privatizador del sistema postal japonés, la gran caja de ahorros. Koizumi tiene previsto retirarse en pleno ejercicio del cargo, como hizo Aznar y como tiene anunciado Tony Blair, pero se le ha puesto por en medio la cuestión sucesoria del torno del Crisantemo, cifrada en la controvertida reforma sobre un sistema paterlineal. Por el momento, a Koizumi le salen las cuentas económicas y acaba con el estigma del estancamiento que lastraba las perspectivas de un país que pese a todo era la segunda economía del mundo. El 'Lexus' y el 'sushi' mantienen la ofensiva con ventaja. Las crónicas cuetan que en Davos la nueva vitalidad de la economía del Japón ha sido una sorpresa, anunciada con júblilo por una elite jaopnesa que tiene motivos para sentirse satisfecha de sus esfuerzos. El contraste con la eurozona es notable. Esa puede ser otra lección del indetrminismo: como dice el semanario 'Time' , el mundo nunca ha tenido que vérselas al mismo tiempo con una China fuerte y un Japón fuerte. Por aquí andamos escatimando I+D.
La hostilidad entre China y Japón no es algo nuevo, pero quén sabe si hasta el punto de configurar- como dice la publicación on line'The Globalist'- otro choque de ciivilizaciones. Desde luego, hay allí una memoria muy enconada. Por lo que pueda pasar, China se arma y Japón incrementa sus vínculos defensivos con Norteamérica. Algunos analistas subrayan un dato que está pasando desapercibido: las ayudas económicas del Japón a algunas repúblicas del Asia Central, en lógica búsqueda de petróleo y gas natural.
Entre China y el Japón la desconfianza -dice 'The Globalist'- es inmensa, incentivada en ambos casos por una reincidencia en el nacionalismo, décadas después de que Japón perdiese la guerra aunque -gracias a la Guerra Fría y a la Revolución China- ganó la paz posteriormente: por eso, en los ochenta, cuandoel PNB japonés equivalía a la suma de todas las otras economías asiáticas, Occidente temió la avalancha japonesa, poco después de que Mao se dedicase a exterminar la población China. A inicois del siglo XXI, China puso el mundo a temblar y ahora Japón saca pecho. La verdad es que esas continuas refutaciones del determinismo histórico son como para el asombro y la maravilla. Por lo demás, aumenta el número de jóvenes japoneses -los 'hikikomori'- que casi nunca salen de su habitación, entregados a su devoción por internet. Quizá sean los futuros ciberguerreros que algún día cruzarán la espada con los 'hackers' chinos cuando Asia hierva y Europa sea un apartahotel con la calefacción averiada.
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Fuente: ABC
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Respecto a un Japón que ahora consolida su crecimiento, llevábamos años negándole la fortaleza que tuvo en el pasado, en la segunda mitad del siglo XX, cuando se escribían libros sobre una guerra económica entre Japón y los Estados Unidos que iba a desencadenar un conflicto incluso armado. En aquellos años, todo lo japonés causaba tanta alarma como admiracón. Frente a las escalinatas del Capitolio, los legisladores norteamericanos acostumbraban a fotografiarse destripando electrodomésticos japoneses con un hacha para tener contento al electorado de sus zonas industriales.
Ahora el hacedor de milagros, quien ha rescatado Japón de la burbuja carcelera, es el primer ministro Koizumi, privatizador del sistema postal japonés, la gran caja de ahorros. Koizumi tiene previsto retirarse en pleno ejercicio del cargo, como hizo Aznar y como tiene anunciado Tony Blair, pero se le ha puesto por en medio la cuestión sucesoria del torno del Crisantemo, cifrada en la controvertida reforma sobre un sistema paterlineal. Por el momento, a Koizumi le salen las cuentas económicas y acaba con el estigma del estancamiento que lastraba las perspectivas de un país que pese a todo era la segunda economía del mundo. El 'Lexus' y el 'sushi' mantienen la ofensiva con ventaja. Las crónicas cuetan que en Davos la nueva vitalidad de la economía del Japón ha sido una sorpresa, anunciada con júblilo por una elite jaopnesa que tiene motivos para sentirse satisfecha de sus esfuerzos. El contraste con la eurozona es notable. Esa puede ser otra lección del indetrminismo: como dice el semanario 'Time' , el mundo nunca ha tenido que vérselas al mismo tiempo con una China fuerte y un Japón fuerte. Por aquí andamos escatimando I+D.
La hostilidad entre China y Japón no es algo nuevo, pero quén sabe si hasta el punto de configurar- como dice la publicación on line'The Globalist'- otro choque de ciivilizaciones. Desde luego, hay allí una memoria muy enconada. Por lo que pueda pasar, China se arma y Japón incrementa sus vínculos defensivos con Norteamérica. Algunos analistas subrayan un dato que está pasando desapercibido: las ayudas económicas del Japón a algunas repúblicas del Asia Central, en lógica búsqueda de petróleo y gas natural.
Entre China y el Japón la desconfianza -dice 'The Globalist'- es inmensa, incentivada en ambos casos por una reincidencia en el nacionalismo, décadas después de que Japón perdiese la guerra aunque -gracias a la Guerra Fría y a la Revolución China- ganó la paz posteriormente: por eso, en los ochenta, cuandoel PNB japonés equivalía a la suma de todas las otras economías asiáticas, Occidente temió la avalancha japonesa, poco después de que Mao se dedicase a exterminar la población China. A inicois del siglo XXI, China puso el mundo a temblar y ahora Japón saca pecho. La verdad es que esas continuas refutaciones del determinismo histórico son como para el asombro y la maravilla. Por lo demás, aumenta el número de jóvenes japoneses -los 'hikikomori'- que casi nunca salen de su habitación, entregados a su devoción por internet. Quizá sean los futuros ciberguerreros que algún día cruzarán la espada con los 'hackers' chinos cuando Asia hierva y Europa sea un apartahotel con la calefacción averiada.
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Fuente: ABC