28-09-2005
Logran fotografiar por primera vez un calamar gigante vivo en aguas de Japón
Por primera vez, científicos japoneses han logrado fotografiar un calamar gigante en plena actividad depredadora. Las imágenes muestran al cefalópodo, de ocho metros de longitud, tratando de atrapar el cebo y luego de desprenderse de los anzuelos en los que quedó enganchado.
La secuencia de imágenes, así como la historia de la investigación oceanográfica, la lucha por la supervivencia del calamar atrapado y los comportamientos de estos gigantes submarinos rodeados de leyenda, salen publicados esta semana en la revista científica Proceedings, de la Real Sociedad Británica de Ciencias Biológicas.
El artículo lo firman Tsunemi Kubodera, del departamento de Zoología del Museo de Ciencias Naturales de Tokyo y Kyochi Mori, de la Asociación de Observación de Ballenas, de aquel país.
Las imágenes fueron ealizadas en septiembre del año pasado, en los fondos marinos del archipiélago japonés de Ogawasara, a una profundidad entre los 900 y los 1.000 metros. La longitud del ejemplar fotografiado, que pertenece a la especie de invertebrado más grande del mundo, ha podido ser determinada con exactitud gracias a que el calamar perdió uno de sus dos tentáculos de alimentación, al quedar enganchado firmemente en los anzuelos de la potera. El tentáculo de alimentación representa entre el 60% y el 70% de la longitud total del cefalópodo.
Lucha de cuatro horas
Una vez izado a la superficie, el tentáculo todavía mantenía activas sus ventosas y se agarraba a la cubierta del barco y a las manos de los expertos. El tentáculo de alimentación medía 5,5 metros. Se desprendió del cuerpo tras una titánica lucha de cautro horas y 13 minutos del calamar con la potera y el grueso sedal.
En el intento de recuperar la libertad, el calamar soltó toda la tinta de la que fue capaz, y nadó desde una profundidad de 900 metros, hasta subir a los 600, para volver sumergirse hasta los 1.000 donde logró liberarse, pero perdiendo su miembro.
En la pelea por librarse el calamar lo intentó todo: atrapó con sus ocho tentáculos normales el aparejo para tirar del mismo. Evitó el correcto funcionamiento vertical de la cámara. Tapó involuntariamente el objetivo en numerosas fotografías y la tinta impidió que salieran bien algunas imágenes.
Los científicos japoneses escogieron la zona marina donde lograron las imágenes, por la existencia de una colonia de cachalotes, que son los únicos depredadores naturales de los calamares gigantes. En la costa elegida, sin apenas plataforma continental, los pescadores han capturado accidentalmente calamares muy grandes. Igualmente, se había detectado la presencia de esta especie en numerosos varamientos en las playas.
Para diseñar el aparejo de más de 1.000 metros, del que se colgó la cámara, se tuvo en cuenta la actividad de los cachalotes, que se sumergían durante el día a profundidades entre 800 y 1.000 metros, y durante la noche entre 400 y 500 metros.
La línea de nylon fue suspendida de varias boyas enormes. A ella se le añadio una cámara especial capaz de trabajar a muy elevadas presiones y en ambientes polares. La máquina, capaz de tomar instantáneas luces estroboscópicas, se fijó al final del aparejo de tal manera que conservaba siempre su posición vertical. Se programó para que empezara a funcionar a partir de los 200 metros de profundidad, con una sensibilidad de 150 Kb, y una frecuencia de disparos cada 30 segundos durante 4-5 horas. El sistema fotográfico disponía de sensores de tiempo transcurrido y profundidad.
Junto a ella se montaron tres cebos enganchados a unas poteras con tres coronas de anzuelos. Dos de los cebos fueron calamares de la especie local de unos 25 centímetros, y se añadió una red con crustáceos machacados, que hacía la función de una trampa de olor.
Como resultado de esta costosa investigación, en la que hace falta un barco nodriza y personal muy especializado, a las 09,15 horas del 30 de septiembre de 2004, el calamar atacó el cebo más profundo y se lograron las primeras fotos de un Architeuthis, el mitológico Kraken, que varias productoras de documentales tratan de filmar, sin éxito, desde hace años.
La productora española Explora Films, junto al Gobierno de Canarias y el Club de Exploración Aventura de España 1997, ha iniciado recientemente un nuevo intento para filmar en su habitat al calamar gigante en aguas de Canarias.
Para ello cuentan co nuna nueva y precisa herramienta, como es un minisubmarino capaz de descender entre 300 y 500 metros con dos tripulantes. Al igual que en Japón, en las aguas de Canarias existen poblaciones residentes de cachalotes, lo que podría facilitar la delimitación de las áreas donde hacer las inmersiones submarinas.
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Fuente: El Mundo
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La secuencia de imágenes, así como la historia de la investigación oceanográfica, la lucha por la supervivencia del calamar atrapado y los comportamientos de estos gigantes submarinos rodeados de leyenda, salen publicados esta semana en la revista científica Proceedings, de la Real Sociedad Británica de Ciencias Biológicas.
El artículo lo firman Tsunemi Kubodera, del departamento de Zoología del Museo de Ciencias Naturales de Tokyo y Kyochi Mori, de la Asociación de Observación de Ballenas, de aquel país.
Las imágenes fueron ealizadas en septiembre del año pasado, en los fondos marinos del archipiélago japonés de Ogawasara, a una profundidad entre los 900 y los 1.000 metros. La longitud del ejemplar fotografiado, que pertenece a la especie de invertebrado más grande del mundo, ha podido ser determinada con exactitud gracias a que el calamar perdió uno de sus dos tentáculos de alimentación, al quedar enganchado firmemente en los anzuelos de la potera. El tentáculo de alimentación representa entre el 60% y el 70% de la longitud total del cefalópodo.
Lucha de cuatro horas
Una vez izado a la superficie, el tentáculo todavía mantenía activas sus ventosas y se agarraba a la cubierta del barco y a las manos de los expertos. El tentáculo de alimentación medía 5,5 metros. Se desprendió del cuerpo tras una titánica lucha de cautro horas y 13 minutos del calamar con la potera y el grueso sedal.
En el intento de recuperar la libertad, el calamar soltó toda la tinta de la que fue capaz, y nadó desde una profundidad de 900 metros, hasta subir a los 600, para volver sumergirse hasta los 1.000 donde logró liberarse, pero perdiendo su miembro.
En la pelea por librarse el calamar lo intentó todo: atrapó con sus ocho tentáculos normales el aparejo para tirar del mismo. Evitó el correcto funcionamiento vertical de la cámara. Tapó involuntariamente el objetivo en numerosas fotografías y la tinta impidió que salieran bien algunas imágenes.
Los científicos japoneses escogieron la zona marina donde lograron las imágenes, por la existencia de una colonia de cachalotes, que son los únicos depredadores naturales de los calamares gigantes. En la costa elegida, sin apenas plataforma continental, los pescadores han capturado accidentalmente calamares muy grandes. Igualmente, se había detectado la presencia de esta especie en numerosos varamientos en las playas.
Para diseñar el aparejo de más de 1.000 metros, del que se colgó la cámara, se tuvo en cuenta la actividad de los cachalotes, que se sumergían durante el día a profundidades entre 800 y 1.000 metros, y durante la noche entre 400 y 500 metros.
La línea de nylon fue suspendida de varias boyas enormes. A ella se le añadio una cámara especial capaz de trabajar a muy elevadas presiones y en ambientes polares. La máquina, capaz de tomar instantáneas luces estroboscópicas, se fijó al final del aparejo de tal manera que conservaba siempre su posición vertical. Se programó para que empezara a funcionar a partir de los 200 metros de profundidad, con una sensibilidad de 150 Kb, y una frecuencia de disparos cada 30 segundos durante 4-5 horas. El sistema fotográfico disponía de sensores de tiempo transcurrido y profundidad.
Junto a ella se montaron tres cebos enganchados a unas poteras con tres coronas de anzuelos. Dos de los cebos fueron calamares de la especie local de unos 25 centímetros, y se añadió una red con crustáceos machacados, que hacía la función de una trampa de olor.
Como resultado de esta costosa investigación, en la que hace falta un barco nodriza y personal muy especializado, a las 09,15 horas del 30 de septiembre de 2004, el calamar atacó el cebo más profundo y se lograron las primeras fotos de un Architeuthis, el mitológico Kraken, que varias productoras de documentales tratan de filmar, sin éxito, desde hace años.
La productora española Explora Films, junto al Gobierno de Canarias y el Club de Exploración Aventura de España 1997, ha iniciado recientemente un nuevo intento para filmar en su habitat al calamar gigante en aguas de Canarias.
Para ello cuentan co nuna nueva y precisa herramienta, como es un minisubmarino capaz de descender entre 300 y 500 metros con dos tripulantes. Al igual que en Japón, en las aguas de Canarias existen poblaciones residentes de cachalotes, lo que podría facilitar la delimitación de las áreas donde hacer las inmersiones submarinas.
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Fuente: El Mundo
