27-11-2003
El desafío de los neutrinos
De los tres tipos de partículas de las que está constituida la materia, electrones, quarks (que forman los núcleos atómicos) y neutrinos, las últimas son, sin duda, las más peculiares. Son partículas con una masa minúscula y sin carga eléctrica, que se producen en muchas reacciones nucleares. En particular, los procesos que mentienen al sol brillando producen una enorme cantidad de neutrinos: cada segndo nos están atravesando unos diez billones de estas partículas procedentes del sol. Y, por otra parte, también nos atraviesan otros neutrinos: los que llegan a la tierra con los rayos cósmicos, o procedentes de otras estrellas o, simplemente, producidos, más cerca de nosotros, en procesos radioactivos, naturales o artificiales. Sin embargo, la interacción de los neutrinos con la materia es tan débil que no somos sensibles a esta lluvia de partículas, que tienen incluso una alta probabilidad de atravesar toda la tierra sin dejar rastro. Debido a esta propiedad de interaccionar débilmente, los neutrinos han planteado difíciles retos experimentales en los que respecta a su detección e identificación.
Dos modernos detectores de neutrinos son, en efecto, aparatos gigantescos, algunos de decenas de miles de toneladas de peso, y son sensibles no sólo a los neutrinos generados en el sol, sino también a los producidos por los rayos cósmicos. E incluso, cuandoen 1987 se produjo la explosión de una supernova en una de las nubes de Magallanes (galaxias situadas en la vecindad de nuestra Vía Lactea, pero aun así a ciento setenta mil años luz de nosotros), algunos detectores (entre ellos el de Kamioka, en Japón, dirigido por Masatoshi Koshiba, y sobre el que volveremos ) pudieron identificar el paso de los neutrinos producidos en la colosal detonación. Los resultados de estos experimentos confrimaron los hallazgos del original de Davis: se detectan muchos menos neutrinos que los que se producen, cuando estos neutrinos tienen que viajar una gran distancia entre el lugar en que han sido producidso y el detectos. Esto lo podemos saber porque en los más modernos experimentos (en particular los realizados en Kamioka) es posible inferir la dirección desde la que llegan los neutrinos.
La conclusión es invevitable: en el camino entre el sol y la tierra, ya sea por oscilación o por desintegración, se transmutan algo más de la mitad d elos neutrinos electrónicos en los otros dos tipos de neutrinos. La imortancia de estos descubrimientos no ha pasado desapercibida a la Academia Sueca de Ciencias que ha galardonado con el último premio Nobel de Física (de 2002) a Raymond Davis y al japonés Masatoshi Koshiba, por detección de neutrinos extraterrestres.
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Fuente: El Cultural
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Dos modernos detectores de neutrinos son, en efecto, aparatos gigantescos, algunos de decenas de miles de toneladas de peso, y son sensibles no sólo a los neutrinos generados en el sol, sino también a los producidos por los rayos cósmicos. E incluso, cuandoen 1987 se produjo la explosión de una supernova en una de las nubes de Magallanes (galaxias situadas en la vecindad de nuestra Vía Lactea, pero aun así a ciento setenta mil años luz de nosotros), algunos detectores (entre ellos el de Kamioka, en Japón, dirigido por Masatoshi Koshiba, y sobre el que volveremos ) pudieron identificar el paso de los neutrinos producidos en la colosal detonación. Los resultados de estos experimentos confrimaron los hallazgos del original de Davis: se detectan muchos menos neutrinos que los que se producen, cuando estos neutrinos tienen que viajar una gran distancia entre el lugar en que han sido producidso y el detectos. Esto lo podemos saber porque en los más modernos experimentos (en particular los realizados en Kamioka) es posible inferir la dirección desde la que llegan los neutrinos.
La conclusión es invevitable: en el camino entre el sol y la tierra, ya sea por oscilación o por desintegración, se transmutan algo más de la mitad d elos neutrinos electrónicos en los otros dos tipos de neutrinos. La imortancia de estos descubrimientos no ha pasado desapercibida a la Academia Sueca de Ciencias que ha galardonado con el último premio Nobel de Física (de 2002) a Raymond Davis y al japonés Masatoshi Koshiba, por detección de neutrinos extraterrestres.
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Fuente: El Cultural